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Mito De Anexo De Huayllahuarmi
Los pobladores del distrito del Anexo de Huayllahuarmi narran este mito:... Un día, una familia conformada por un niño y sus padres, con un grupo de llamas y mulas, se dirigieron a lugar Achca Puquio (Varios y pequeños manantiales), Ñawin Puquio (Ojo del Manantial) cansados y agotados de tanto caminar, descansaron cerca del manantial para abastecerse de agua y preparar su comida con ello. Aproximadamente a las cinco de la tarde, justo cuanto el sol estaba por ocultarse, el niño tuvo la curiosidad de acercarse al manantial y beber el agua que emanaba desde las profundidades de la tierra. El niño se dio cuenta de que había un brillo que iluminaba mucho, que apenas podía abrir sus ojos. Mientras más se acercaba veía a una mujer desnuda con una cabellera rubia y ella en ese momento estaba orinando. El niño quedó impactado y trató de volver cerca a sus padres, pero no pudo, sus pies se atenuaron. Los progenitores asustados recogieron el cuerpo del niño y lo trasladaron a la rústica choza donde guarecían, los padres muy inquietos solo atinaron a llorar y culpándose por no protegerlo, la impotencia y coraje no lograron dormir aquella noche, abrigando al cadáver de su hijo. Al amanecer el padre se acerca al manantial supliendo el porqué a su hijo lo había congelado, lanzando así muchas piedras al manantial con una impotencia al perder a su único hijo. Luego continuaron su viaje con el grupo de llamas a realizar el intercambio o trueque de carne con cereales andinos.Pasaron otros cinco años para poder retornar otra vez por este lugar, la misma familia y esta vez con una niña. Al cual no lo perdía de vista debido a la experiencia trágica de su primer hijo. Tan igual que los años anteriores llevando productos para el trueque. La niña tan curiosa como su hermano se acercaba al manantial y esta vez con el cuidado de sus padres pudo beber el agua. Su padre, al recordar el trágico momento que pasó hace cinco años, lloró por un instante suplicando que esta vez no se la quite a su hija, supliendo también que son sus hijos de la madre tierra vertiendo la hoja de coca y la chicha de jora al manantial, luego de ello retornó al lugar donde descansaban para dormir los padres y su hija para así al día siguiente partir a su destino... Esta noche el padre tuvo un sueño largo de lo ocurrido hace cinco años en donde vio entre sus sueños a una mujer blanca con cabelleras rubias pidiendo perdón de rodillas por lo sucedido con su hijo e indicando que él no podía tener un hijo y si lo tuviera no puede vivir hasta la tercera edad y agradeciendo por regresar otra vez con su hermosa hija y en recompensa a ello le prometieron el lugar para su estancia (Lugar de residencia) y animales de gran producción. El padre al despertar ya en la madrugada se acerca al manantial sin que se dé cuenta su esposa y observa el ojo del manantial (Ñawin Puquio) bajo la luna llena que había aumentado el caudal del agua, emocionado regresa donde su esposa y cuenta todo del sueño y convence también de quedarse para vivir en este lugar, ya que ahí yacían enterrado el cuerpo de su menor hijo que hace cinco años había perdido y que esta tierra lo pertenecía. Ellos fueron las primeras familias arrieros en asentarse en el lugar, el cual lo denominaron el nombre de Huayllahuarmi. Huaylla (el ichu que tiene semillas y flores) Huarmi (Mujer). En la actualidad podemos observar el Huaylla cerca al manantial. Hace mucho tiempo Huayllahuarmi era lugar de descanso de los arrieros de caballos, mulas y llamas donde descansaban para continuar su viaje a las alturas de Negro mayo, Palla palla, Chaqui pampa, Coracora o viceversa. Huacaña (Sihue, Chuschama) y el Valle de Sondondo. Transportaban carne para intercambio con cereales andinos y ollas de barro.