Leyenda Del Volcán Yuq´Amani

Leyenda Del Volcán Yuq´Amani
Eran tiempos de las antiguas culturas andinas. En Candarave la vida era abundante, tranquila y sencilla. Hermosos sistemas de andenería adornaban las empinadas laderas, mientras hombres y animales caminaban por los pedregosos caminos, flanqueados de campos de maíz, donde las ramas se doblaban ante el peso de las enormes mazorcas. La Madre Tierra era generosa con los hijos que sabían guardarle respeto.En un pueblito de los alrededores, la llama del amor se había encendido en dos corazones castos y jóvenes. Cierto día, impulsados decidieron irse lejos, muy lejos, por un caminito, a espaldas del gran volcán que dominaba las comarcas vecinas.Camina y camina, avanza y avanza, los jóvenes no sabían bien donde querían llegar. En ese trajín, ya muy cansados, los jóvenes llegaron a un paraje de ensueño. En un sólido entorno rocoso, tibios manantiales brotaban del interior de la tierra. ¿Vamos? ¡Vamos!. Encantados por el irresistible paisaje, los enamorados deciden disfrutar de las mágicas aguas. En un dos por tres, con el cuerpo desnudo, la doncella empezaba ya a sentir la caricia del agua. Motivado por ella, el joven se apresuró a seguir a su núbil amada.Un ruido ensordecedor interrumpió la magia de aquellos momentos. ¡Temblaba la tierra! Todo ocurrió rápido, muy rápido. La tierra se hundió bajo los pies de la joven , en medio del caos y del polvo. Abatido en cuerpo y alma, el enamorado retornó a su pueblo y contó lo pasado. Regresó con sus padres y siguieron buscando... pero la chica seguía perdida. El muchacho regresa una y otra vez, pero no logra encontrarla. El pobre joven languidece día con día. Extrañaba a su amada, su aroma, su aliento, su risa... el suave calor de su cuerpo. Cansado de buscarla, se quedaba dormido.Cierta noche, persistiendo en búsqueda, oyó una voz, una voz de mujer. La voz se hacía lejana, muy lejana... Parecía venir desde lo alto del volcán tutelar. "¡Sube, sube... aquí encontrarás alivio!". ¡Era la voz de su amada!. Sin pensarlo dos veces, el muchacho siguió el rastro de la voz. Y de nuevo: "¡Mamá... mamá... no se preocupen por mí!"; no era una ilusión. Ambos escucharon la querida voz del hijo perdido. Ya en el pueblo, y al contar lo ocurrido, la gente les dijo: "Uka qulluwa yuq´amani": "este cerro tiene a tu hijo". Nunca más se supo del joven.Pasaron los años y hombres de aspecto diferente sentaron su presencia por estos lugares. Enfundados en brillantes armaduras y montados en unas grandes bestias que llamaban caballos, los conquistadores preguntaron por el nombre del imponente volcán. "Yuq´amani", le respondían; "se tragó al chico", querían decir.Al no entender bien el lenguaje de la tierra, los barbudos intrusos optaron por llamar "Yucamani" al imponente volcán. Y desde ahí con ese nombre lo conoce la gente.