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Leyenda De La Acequia Encantada De Marachanca
La leyenda de la acequia encantada de Marachanca, relata desde los tiempos inmemorables en el pueblo de Marachanca, conformado de los ayllus denominados “MASAC” y “TUNACAYAUNA” no contaba con ninguna acequia para irrigar sus grandes extensiones de tierras por esta razón todos los sembríos de su agricultura que realizaban era temporal donde aprovechaban las aguas de lluvia durante el invierno, es entonces que los comuneros en una reunión acordaron construir una acequia, iniciando los trabajos del cerro de Huanaquente por Hueroc hacia Ninacua, pero cuando ya habían trabajado un trecho regular, surgió un desacuerdo entre los ambas parcialidades quedando paralizado el trabajo, a medida que pasaban los años los comuneros de las parcialidades sintieron la imperiosa necesidad de continuar con la construcción de la acequia que habían abandonado y con este motivo se reunieron nuevamente, esta vez en el lugar de Orcococha para continuar la obra pero llegado el momento de las discusiones donde todo eran propósitos y pareceres, dicen que se les presento un personaje desconocido luciendo un brioso corcel blanco adornado su montura de oro y escarpines de plata. Quien dijo ser un magnate y paseaba por este lugar. Esto los dejo inquietos a todos cruzando miradas por la presencia inesperada de personaje extraño pero se apresuraron a saludarlo con respeto y les pregunta diciendo: “Os veo muy preocupados que problemas les afligen” y los presentes responden que están en la necesidad de construir una acequia para irrigar sus tierras de cultivo y este le responde, que apreciaba tan imperiosa necesidad pero que no podrán construir ninguna acequia a pesar de sus buenas intenciones, que solo él podía hacerlo de la noche a la mañana con la condición de entregarle a una HUAYLINA” (doncella), esta declaración los dejo absortos y sorprendidos a los comuneros no creían en la efectividad de la promesa y en ese preciso momento de confusiones de murmuraciones un anciano comunero de apellido Chinchihualpa de la parcialidad de Tunacayauna, se puso al frente, porque comprendió que en la expresión del personaje quien no era más que el diablo, había algo de misterio quien con su levantado espíritu de superación y comprendiendo les dijo: “Si Usted quieren ayudar a mi pueblo yo tengo tres hijas , puedo entregar a una de ellas, si cumple con el ofrecimiento”, lo que fue aceptado formalizando dicho compromiso mediante un pacto sellando con sangre y fuego que fue enterrado en el cerro y como si fuera un sueño aquel hombre se esfumo, Así el anciano paso la noche contemplando la luna con un extraño resplandor recordando de aquel encuentro memorable y al amanecer del siguiente día, se estremeció al oír a los comuneros de “Masac” y “Tunacayauna” ante la visión real de presenciar una hermosa acequia con abundante aguas cristalinas, que corría con sus caídas sobre una obra de ingeniería, construida con piedras enlajadas rodeado de frondosos árboles llamado Chachacomo que se conservan hasta la actualidad, con una extensión de seis kilómetros desde la toma de Chipchiquilla hasta el pueblo de Marachanca además tres lagunas dos en Orcococha y una en Marachanca, esta contemplación de los pobladores dio una sensación de encanto y admiración empezando hacer uso de la acequia.