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Cuento De Drama De Los Viajeros - Ninacaca
Cuando los antepasados Ninacaquinos eran arrieros que viajaban muchísimas leguas en busca de alimentos para sobrevivir, solían guardar sus comidas secas y eran hombres arriesgados y valientes, pernoctaban en cuevas y cavernas masticando la coca y mezclando con cal para que el viaje les vaya bien. Estos arrieros valientes no sentían la lluvia ni el frío de las escarchas de hielo, y en sus viajes arriaban una gran cantidad de llamas, a partir de ello surge el Drama que sufrieron en uno de sus viajes.Eran tres arrieros que iban en dirección de Huancabamba, llegaron a pernoctar al lugar llamado “Altos Machay” un lugar descampado y silencioso. Cuando eran cerca de las 12 de la noche escucharon lejos un grito ensordecedor, los viajeros se despertaron entre ellos y para su buena suerte la cueva era un poco alejada del camino. Sin embargo, de poco en poco se iba acercando el grito por el camino por donde ellos habían llegado, distinguieron un hombre vestido de blanco entero tipo un hábito con una caperuza en la cabeza, una soguilla tipo cordón que lo guiaba y con los pies que casi no tocaban la tierra y seguía gritando guaji… guaji!!. La voz lamentosa y el hombre poco a poco iban desapareciendo por el camino que iba hacia el pueblo de Arroyo. Los pobres viajeros estuvieron aterrorizados, tomaron sus tragos y empezaron a bolear coca y a la mañana siguiente emprendieron el viaje hacia Lucma con la idea de lo que habían visto esa noche. Después de tres días haciendo trueques, emprendieron el viaje de retorno cargados de maíz, café, chancaca y otros productos de la región selva. Caída la tarde llegaron al sitio de un amigo para alojarse, una pareja sin hijos, cada vez que regresaban de la selva siempre se alojaban en dicho lugar. Era un hombre llamado Gumercindo que tenía sus llamas y vacas en corrales y dos chositas. Los viajeros al llegar silbaron duro para pedir alojamiento, pero nadie les contestó a pesar de que la choza estaba humeando, decidieron esperar y empezaron a descargar sus cargas de los animales, después del arduo trabajo comenzaron a llamar nuevamente a Don Gumicho pero nadie contestaba. Los animales empezaron a juntarse en el corral mientras los viajeros esperaban su llegada para alojarse en su humilde choza hecha de piedras, paja del lugar y una bicharra rústica, ya con el día oscureciendo uno de los viajeros entró a la choza y vio un cuerpo tirado en la cama y se sorprendió al ver a Don Gumicho muerto, fue una tarde aterradora para todos. La pobre esposa que estaba sola había salido en busca de auxilio en sus familiares, los arrieros viajeros no podían irse y esperaron sentados boleando sus cocas. Cerca de las once de la noche llegaron los familiares y la esposa, uno de arrieros ya viejo dijo: pobre Gumicho hasta su nombre y semblante olvidaremos, era bueno, nos alojaba cada vez y trabajaba día y noche para no pasar hambre. Al amanecer los arrieros viajeros estaban malnochados y borrachos y decidieron quedarse un día más. Al quinto día prosiguieron el viaje hasta llegar a la cueva de Piruro donde se hospedarían, al llegar esa noche había luna llena y los tres viajeros se quedaron dormidos plácidamente por el cansancio. Esa noche uno de los arrieros se despertó y escuchó una partitura musical, despertó a sus compañeros y vieron que la música venía del mismo puente de Piruro. Con los ojos soñolientos lograron ver a una mujer bellísima que dirigía una fiesta, había muchas bailarinas y hombres barbudos que bailaban de manera extravagante, los miedosos arrieros permanecieron agarrados y persignándose pidiendo protección al señor todopoderoso. Cuando ya desaparecieron, los viajeros pensaron que eran diablos y demonios que querían que se juntaran, después de aliviar el susto se quedaron bien dormidos y al amanecer rastrearon la carretera por donde habían tenido su visión y encontraron huellas como de avecillas, cargaron sus llamas y continuaron su viaje hasta Ninacaca.